Coreògrafs agrupats: estètiques diferents, activitats en comú

 

liquidDocs > En la primera etapa, hay tres tipos de actividades que unen y reúnen el conjunto de los socios, y los hacen funcionar todos a una. Las fiestas (la primera con fecha de 1996, y fue todo un acontecimiento), eran encuentros que reunían en el edificio de Gràcia a todo el mundo de la danza barcelonesa, los amigos y los conocidos, los familiares y los vecinos. Como dice Montse Colomé: “Aquella primera fiesta fue como un bautizo, con los amigos y la profesión. Fue multitudinaria. La fiesta estaba por la terraza y por todas las salas, e hicimos instalaciones en todos los espacios”. Las fiestas fueron también un recurso de financiación en aquella primera etapa autogestionada, principalmente para buscar recursos que se dedicarían a acondicionar el edificio.

Las otras actividades habituales, colectivas y recurrentes fueron, y han sido a lo largo de los años, las reuniones, que algunos consideran interminables y no muy eficientes, y otros necesarias y casi terapéuticas. Carles Salas dice con simpatía: “Todos somos un poco psicóticos, pero somos un grupo de psicóticos tierno, guapo, agradable. En La Caldera hemos hecho mucha terapia, aquí nos hemos hecho más humanos, y el grado de psicopatía ha disminuido mucho”. Las asambleas fueron cohesionadoras, y según en qué etapa, más participativas y democráticas, o más consensuadas y coordinadas desde la dirección.

La tercera actividad conjunta en estos primeros años fue la realización en 1997 de la pieza La Caldera, 3 minutos de cocción, que fue presentada en la Bienal de Videodansa de Barcelona de aquel mismo año. Se trataba de una propuesta de Inés Boza en la que participaban todos los socios fundadores, con tres escenas que recorrían las plantas del edificio, cada una con un ambiente muy diferente (festiva la primera, tenebrosa la segunda, coral y de coreografías enlazadas la última). La pieza, que se ha mantenido visible en la página web del centro de creación, se ambientaba con músicas populares. Nos muestra a un sonriente Carles Mallol dando la bienvenida con un sombrero de cocinero, cargando un gran reloj e invitando al espectador a entrar en las sucesivas coreografías. Mallol se encuentra con una Montse Colomé, que baja las escaleras vestida de pubilla catalana (un vestido que le sirvió también en alguna de las primeras fiestas), Sol Picó desfiló armada con una espada de madera, y algunos de los socios aparecían columpiándose sostenidos por cuerdas e inmersos en una neblina... Inés desvela algunos detalles de la pieza audiovisual: El guión estaba pensado para minimizar el trabajo de edición, porque la edición era muy cara. En el vídeo, en la escena de la primera planta la que se movía era la cámara y la gente, en la segunda planta sólo se movía la cámara, y en la tercera planta sólo la gente. Como sucede en las recetas de cocina, la toma duraba un minuto en cada planta, y el cocinero con el reloj nos conducía por el edificio y por el tiempo. Fue muy difícil reunir a todo el mundo, y la grabación se hizo a lo largo de un solo día, por eso cuando se llega a la última planta casi ya no hay luz”.

Siguiendo las informaciones de los propios socios y los comentarios de Alexis Eupierre (director artístico de La Caldera en la última etapa, 2009-2013), se puede dibujar un mapa orientativo de estéticas de los socios fundadores. Para resumir de manera sintética por dónde transitaban y qué hacían los creadores de La Caldera, debemos tener en cuenta que cada cual tenía su personalidad y sus intereses, y en consecuencia siguieron evoluciones diferentes y singulares. 

Sol Picó tenía compañía propia desde 1994, y Razona la vaca fue su primer espectáculo, que preparó en La Caldera y vio estrenado en 1996. Sol es vista por Alexis como un personaje "único", que fusiona la radicalidad "furera" (de la Fura dels Baus) con elementos de la corriente americana y del ballet clásico, todo ello filtrado con el toque único del carácter valenciano, y con una capacidad muy grande de empatía como performer. 

Inés Boza y Carles Mallol crearon el espectáculo SenZa TemPo en 1991, un trabajo que daría nombre a su compañía. Han creado en el ámbito de la danza-teatro, tanto para las salas como para el espacio público, y han seguido y reforzado una línea de teatro catalán más visual que literario, con su invención y reinterpretación de ciertas poéticas “en la búsqueda de un lenguaje escénico que provoque al público desde las emociones”, como escribían ellos mismos, y siguiendo un hilo que los unía con Pina Bausch y los impulsaba a crear algo personal.

Montse Colomé, coreógrafa independiente, en la época de la fundación de La Caldera ha basado su trabajo tanto en la creación propia como en la colaboración con otros artistas, como Carles Santos o Comediants. Montse es una creadora idiosincrásica, creativa y muy personal, siempre con capacidad de sorprenderte y a la vez, de actuar como una persona “conectora”, vinculando muchos artistas diferentes, y de diferentes ámbitos y estéticas.

Álvaro de la Peña, fundador de Iliacan en el año 1993, creó a mediados de los noventa piezas como Ja no sabria tornar (1995), Oannes (1996) o Perro verde (1997). De la Peña se ha mostrado, como se ha comentado, muy interesado en la creación colectiva, atraído por las conexiones entre lo artístico, lo colectivo y lo social. Ha explorado las posibilidades de la creación como lugar de encuentro, por ejemplo con sus proyectos de Danza para cualquiera, Pueblos en danza y Barrios en danza (Premi Ciutat de Barcelona 2013).

Carles Salas formó Búbulus en el año 1991 con Rosa Muñoz, y Amb els cabells a la sopa (1994) fue su primer trabajo creativo en La Caldera (el último creado en el centro fue Julius y Montserrat, en 2012, con Montse Colomé). En el año 2000 fundó Búbulus Menuts. Es, según Alexis, un buscador de cosas del todo diferentes, con una primera etapa de una contemporaneidad más ad hoc y un poco enfant terrible, y después con una deriva creativa hacia espectáculos de carácter más biográfico, con humor y provocación.

Toni Mira y Claudia Moreso fundaron en 1987 la compañía Nats Nus Dansa, y posteriormente Nats Nens, bajo la dirección de Claudia. Tienen un perfil de danza nueva y “catalana” (no en el sentido folclórico o popular), con composiciones espacio-temporales y rasgos identitarios y accesibles, que los mismos coreógrafos han definido como creaciones de danza-teatro, poesía visual y magia escénica, que prueban a confrontar el hombre con la realidad.

De los tres socios citados anteriormente, primero Nats Nus y, en etapas más recientes, también Álvaro de la Peña y Carles Salas fueron desarrollando talleres y espectáculos infantiles y de cariz social. Un ámbito compartido que, puntualmente, también ha generado colaboraciones entre socios, como es el caso de Claudia Moreso y Carles Salas, con los talleres de danza con adolescentes en el Institut de Batxillerat Artístic de Vic. 

Justo es decir que las complicidades entre socios fueron fructificando con el tiempo. En el caso de Lipi Hernández (con la compañía Malqueridas, y un primer espectáculo homónimo en 1995) y Alexis Eupierre (con CLOS-K como primer montaje de Lapsus Danza, en 1997), se habían formado y conocido a lo largo de su estancia en Nueva York, y compartían sus aproximaciones y los referentes de la corriente americana y la danza posmoderna, así como un interés por la búsqueda y los nuevos lenguajes. Esto se hizo evidente en los inicios de La Caldera, donde ambos empezaron pronto a impartir clases y cursos de release y otras técnicas entonces poco presentes en las prácticas de la danza de la ciudad. 

Claudia comenta, sobre las diferencias entre algunos de los socios fundadores del centro de creación: "En cuanto a los lenguajes, todos éramos bastante diferentes, cada cual era "de su padre y de su madre", con una idiosincrasia.  Había dos generaciones en La Caldera: una con Iliacan y Nats Nus, y otra más joven, con Lipi, Alexis, y la otra gente. Tanto los lenguajes como los discursos de los unos y de los otros eran diferentes. Los que éramos más "viejos" veníamos de un Institut del Teatre, donde habíamos trabajado técnicas como Cunningham, Graham o Limón, y así nuestras producciones tenían este aire. Y la generación más joven venía más del release, y a nivel coreográfico y de puesta en escena había resultados muy diferentes".

Desde los primeros años la enseñanza a diferentes niveles, los cursos y los talleres, la formación continua y el reciclaje profesional, han sido actividades regulares en el centro de Gràcia, ya fueran impartidos por los socios fundadores o por profesionales de la escena nacional e internacional. Así, como ejemplo de cursos, habría monográficos como los de técnica flying low (impartidos por David Zambrano en 1996), técnica release (en 1997 con Jaime Ortega y David Zambrano, y en 1998 con Alexis Eupierre, Eileen Standley y Mónica Page), talleres de danza (Malpelo y Olga Mesa, 1997), reciclaje profesional (con Sol Picó, Lipi Hernández y Viviane Calvitti, 1998), improvisación (Jennifer Lacey, 1998). Y muchos otros, como por ejemplo el taller de clowns, la danza acrobática, el physical theater, el método Feldenkrais, el body weather o el contact improvisation. La actividad pedagógica y formativa de La Caldera tuvo formatos, lugares y calendarios diversos, según la ocasión. A modo de ejemplo, en 1997 los coreógrafos del centro de creación impartieron algunas clases de danza en el marco del ciclo “Dies de Dansa” en diferentes espacios de Barcelona: el Parque Güell, las piscinas Picornell y el CCCB. A partir de 2005 estas actividades se ordenarian y configurarían la línea CalderaAULA, centrada en gran parte en la formación continua para profesionales de la danza.