Gràcia: ecosistema cultural, tradició i experimentació

liquidDocs > La ubicación de La Caldera en la ciudad no era anecdótica, pues el contexto urbano del entonces nuevo centro de creación, en Gràcia, tiene una tradición cultural arraigada y potente. La iniciativa encontraba un lugar en este tejido, se añadía como un nuevo nodo de la red a un ecosistema ya existente. En este sentido, el tiempo demostraría la importancia de la situación en el mapa de la ciudad, en el momento de crear vínculos con vecinos y entidades (ya fueran como espectadores o como participantes activos en talleres y proyectos). El emplazamiento de la iniciativa era importante, también, porque permitió hacer visible, comprensible y atractiva una disciplina y un sector que entonces no tenían demasiada visibilidad.

Montse Colomé, vecina del barrio de toda la vida y una de las responsables, en la segunda etapa del centro, de la línea de actividades CalderaBARRI, explica la realidad y la vitalidad del tejido social y cultural: “Yo siempre he vivido en el barrio de Gràcia, y mi familia por parte de madre también ha vivido allí siempre. En Gràcia, antes de la Guerra Civil  había una actividad cultural impresionante. La mía era una familia sencilla, mi abuelo y mi tío eran zapateros, vivían y trabajaban en un local en la calle Perla dónde, por cierto, después estaría la sede de la productora teatral La Perla 29. Y todos mis familiares por parte de abuela habían bailado y cantado, y sabían leer música, porque habían aprendido en el Orfeò Gracienc, una de las muchas entidades donde se hacía un poco de todo: música, danza y teatro. Antes de la guerra mi madre ya bailaba, seguía unas clases de rítmica de Ivonne Attenelle, que recordaban a la danza de Isadora Duncan. De hecho era danza moderna, a pesar de que no le llamaban así, porque ésta era una palabra muy atrevida... La Vila de Gràcia tiene, por lo tanto, una gran tradición. A las entidades centenarias de Gràcia se las denomina el G6 [son el Centre Moral i Instructiu de Gràcia, el Cercle Catòlic de Gràcia, la Federació de Colles de Sant Medir, la Fundació Festa Major de Gràcia, l’Orfeó Gracienc i els Lluïsos de Gràcia]. Esta tradición en Gràcia continúa de alguna manera en los ochenta del siglo XX, cuando también  hubo escuelas y centros de danza contemporánea y clásica: Joan Tena en la calle Gran de Gràcia, Ramon Solé y el Ballet Contemporani, o Cesc Gelabert, con sede en el antiguo local del grupo Heura, donde trabajó hasta el 2013”.

La centralidad y la accesibilidad del lugar de creación es un tema capital según Carles Mallol, quien insiste en la proximidad como clave para evitar el aislamiento del creador, cosa que en Barcelona no siempre ha sucedido. Siguiendo este hilo, Mallol también avanza acontecimientos, y reflexiona sobre un hipotético nuevo lugar para una posible nueva Caldera: “Era importante el hecho de ser de donde éramos, en Gràcia, porque la permeabilidad y la apertura es siempre más fácil en un barrio donde, gracias a sus plazoletas y a todo el resto de elementos, la gente sólo tiene que dar dos pasos... y ya ha entrado al centro de creación. La duda que yo tengo, en caso de que La Caldera se marche más lejos, es que entonces ya no sé si alguien tropezará ante nuestra puerta tan fácilmente. Yo siempre he defendido la creación en el centro de la ciudad, en medio de la ciudadanía, y no en las periferias. Y, curiosamente, las administraciones en esta ciudad han hecho al revés, porque tenían el Teatre Romea o el Teatre Poliorama y  vendieron los dos a diferentes empresas, mientras que por otro lado se montaban el Teatre Nacional en la periferia, en las Glories, y la Ciutat del Teatre también bien lejos, en Montjuïc. 

Creo que, en lugar de esto, lo que hay que hacer es invitar a la ciudadanía. Porque todos pagamos impuestos para consumir cultura, y no hay que hacer que, además, la gente tenga que comprar un billete de metro para desplazarse. El arte escénico tendría que hacer como lo que hizo la televisión en los años sesenta, cuando nació: entrar en las casas de la gente. Y nosotros parece que hacemos lo opuesto: nos vamos hacia la periferia, y de este modo nos condenamos a ser algo para minorías”.