De las transformacions al punt i seguit

 

liquidDocs > Desde el 2009, Alexis Eupierre se encarga de la dirección artística del centro. Hasta el 2011, con Beatriu Daniel colaborando en la gestión. Esta etapa sigue con ciertos proyectos, y  transforma e inventa otros. En el apartado dedicado al pensamiento sobre las artes del movimiento, destacan un refuerzo del ámbito de “Pensamiento y artes escénicas”, en el que Inés Boza colaboró especialmente en la última etapa. En este ámbito también destaca la celebración de las ediciones del "Mov|i|Ment" a partir del 2010, dentro del marco de colaboración establecido con el Festival Grec de Barcelona desde 2007. En cuanto a la visibilidad de los procesos y las creaciones, por un lado el CalderaOBERT ofrece, desde 2009, "un espacio abierto donde los profesionales pueden mostrar su trabajo, en cualquiera de las fases del proceso en que se encuentre, dos veces el año". Y las Cartes Blanques, desde aquel mismo año, llevan a los residentes fundadores a lo largo de una semana a la Sala 0, donde desarrollan un proceso de trabajo que al final se abre al público. El año 2009 pasaron Lipi Hérnandez/Malqueridas Plataforma i+d con Rasa, Carles Salas con Sònia Gómez y Ginés Pérez con Julius i Florette Forever (segona part), Montse Colomé con La Festa de Jordi Prat y Coll, e Inés Boza/SenZa TemPo con Anatomía de un Sueño–Informe I). Grandes cambios tuvieron lugar, a diferentes niveles, a lo largo de esta etapa: en la creación de la nueva imagen gráfica y de la página web (diseño y realización de Xavier Rovira/liquidDocs, en 2011), y también en cuanto a los espacios, pues se alquiló una nueva planta, y todo el edificio funcionó como centro de creación. La inclusión de la planta principal del edificio posibilitó que las oficinas de los socios se  trasladaran y que se divisara, de la mano de Carles Mallol, la posibilidad de convertir este nuevo espacio de “la PrinZipal” en el "pulmón" y el punto de encuentro del centro.

La PrinZipal empieza a funcionar en 2009 como meeting point, con un proyecto que coordinaba Carles Mallol con la colaboración de Montse Colomé y Álvaro de la Peña. Para poder desarrollar este proyecto, Carles Mallol, Jordi Vidal y Montse Colomé crearon la asociación “O Tempo Voa”, con la que desarrollaron diferentes proyectos artísticos. Carles Salas cree que "La PrinZipal fue un momento de cohesión de todas las compañías de La Caldera", y Carles Mallol explica la intensidad (y la brevedad) del proyecto: "La PrinZipal se inició hacia el 2009, en petit comité, y el 2011 empezó como proyecto serio. Por lo tanto, hasta su clausura sólo duró un año y medio, pero sólo en el primer trimestre pasaron novecientas personas por el espacio, y novecientas y pico más el segundo. Esto, aparte de la gente que trabajaba en las oficinas, y de la gente de la casa. Creo que, si alguien se encarga de una sede, de un centro de creación, hace falta que acompañe y que viva la casa: hace falta un anfitrión, o un relaciones públicas, un agitador/comunicador o un cocinero... un poco de todo. Yo, en estos tiempos que corren, estoy a favor de los proyectos transversales. Siempre he fusionado teatro y danza, y últimamente he añadido un tercer ámbito, la gastronomía, y todavía habría más temas... En un centro de creación creo que la transversalidad es del todo imprescindible, porque siempre existe el peligro de que se creen guetos, de que no haya contacto entre un ámbito y otro, como pasaba aquí cuando se inició el proyecto de La Caldera. Es una cosa que hemos aprendido con el tiempo". Esta transversalidad y confluencia, que llevaría al aumento de la vitalidad tanto social como artística del edificio, podría tener como clave la comida y el beber, el encuentro alrededor de una mesa, según Carles: "Considero la gastronomía como un arte, y la comida y el beber son imprescindibles en cualquier centro cultural. Por ejemplo, en Barcelona teníamos el caso del l'Espai de música i dansa. Y estaba muy bien, y funcionaba muy bien, pero cuando acababa el show siempre te tenías que ir a los bares de enfrente. Y no pasaba nada en aquel espacio. Yo siempre lo había dicho, que aquello era demasiado institucional, y en cambio si se hubiera montado un chiringuito, sí que allí hubieran podido pasar más cosas. El hecho de comer y beber juntos en un lugar es importante, porque la gente se relaja cuando le das una copa de vino y un poco de comer, y desde aquel momento se puede hablar de persona a persona. Con La PrinZipal descubrí a las personas de La Caldera, porque antes lo que había era un grupo de artistas que compartían cosas, y con La PrinZipal se empezó a tratar con personas, que es lo que me ha interesado siempre".

Las actividades que se desarrollaban en La PrinZipal, por su multiplicidad y variedad, probaban que el centro, el colectivo y el barrio necesitaban un espacio como éste, que pudiera acoger por ejemplo encuentros entre los residentes de cada temporada, charlas a posteriori de las aulas abiertas y las Cartes Blanques, y reuniones de los socios fundadores. Como espacio de encuentro, la nueva planta de La Caldera generó un espacio para las comidas reunión con la red Nodes de Gràcia, para alguna reunión de la Plataforma Caníbal, y recibió a la Asociación Finmatum (con la presentación de la videodanza en las prisiones Lavda, realizada por Toni Mira). En los actos gastronómicos de "Al gust de...", se invitó a artistas a La PrinZipal para hacer de cocineros y para hablar de su obra, en un ambiente diferente al habitual de exhibición, y se convocó a algunos políticos a almuerzos comentados. El ciclo "Iguana" comenzó unas sesiones de cineforum (la primera de ellas, sobre la figura del vampiro), y también  hubo exposiciones de fotografía y se instalaron showrooms (de diseños de ropa y complementos, como el de As meninas). La compañía de danza Erre que Erre  tuvo un tiempo su oficina, a la vez que mostró alguna pieza audiovisual. De entre la agenda cultural de La PrinZipal, hubo sesiones monográficas. Una de ellas estuvo dedicada a artistas alemanes, con un homenaje a Pina Bausch, en colaboración con el Instituto Goethe, y otra se celebró con motivo de los veinte años de la compañía Búbulus, de Carles Salas. La PrinZipal también fue el lugar donde se presentó la revista Marabunta, de Gracia Territori Sonor, o las Jams CRIM. Y, en 2011, fue en este espacio de La Caldera donde se llevó a cabo la preparación (y posterior estreno y exhibición) de la pieza teatral Sé de un lugar, de Iván Morales, que después de La PrinZipal pasó con éxito al circuito comercial (el montaje se pudo ver en La Seca y en el Teatro Romea, y emprendió una gira estatal).

A partir de 2012 hubo un nuevo momento de reflexión y de inflexión en el centro, motivado por un nuevo rumbo que respondía a factores internos y externos. El modelo cambió y varió para hacer frente a la crisis económica (que secaba la fuente de los apoyos, de las subvenciones y de los encargos), al nuevo mapa de fábricas de creación (con la iniciativa municipal de El Graner), y a la necesidad de dar vitalidad a un modelo que mostraba algunos signos de cansancio. La Caldera, entonces, apostó nuevamente por recuperar su impulso originario “por la creación y la consolidación de trayectorias artísticas, más que por la creación de productos culturales puntuales, y dar una mayor visibilidad a la creación contemporánea para acercarla al público”. A tal efecto la Sala 0 abrió como sala de mediano formato, con una programación estable a lo largo del año a través de ciclos de actividades y de espectáculos entre semana, y procuraba buscar un público diverso que se acercara al centro de creación tal como lo haría a cualquiera otro equipamiento o a cualquier otra apuesta de ocio del barrio, con la creación del carné de Amigos de La Caldera. También se buscó la revitalización del centro de otro modo: a los proyectos de los artistas residentes se incorporaron dos perfiles más de proyectos: los nuevos artistas/proyectos residentes asociados y multidisciplinarios (Gràcia Territori Sonor, UmésDos, As Meninas, Explica-T, Christian Riedeberg-El Palomar y Tantàgora), y los nuevos artistas residentes independientes (primero se los denominó “emergentes”, pero el nombre no les acabó de gustar y posteriormente se cambió). Los residentes independientes eran Cecilia Colacrai, Guy Nader/Maria Campos, Roser López Espinosa, Anna Rubirola, Pere Faura, Sebastián García Ferro, Mireia de Querol y Sarah Anglada. La Caldera los apoyó, con cuotas muy reducidas para el uso de los espacios, y se los implicó en el proyecto global. Como parte del nuevo rumbo, en colaboración con algunas entidades del barrio se quiso cuestionar también la función y la utilidad del centro de creación dentro de su contexto específico, la Vila de Gràcia, y se probó replantear el centro en el nuevo contexto social y económico. En julio de 2012 (en el marco del programa del Grec Mov|i|Ment #3 y como actividad de “Pensamiento y Artes escénicas”) se realizó un book-sprint, coordinado por Pedro Soler. Se trataba de un documento realizado colectivamente y en un tiempo limitado (en este caso, una semana), un documento que se planteó y se abrió al barrio con una reflexión alrededor del papel del arte y de los artistas en la sociedad actual, para tratar específicamente el papel y las posibles funciones de un centro de creación en un barrio como la Vila de Gràcia. La realización del book-sprint llevó asociada la celebración de encuentros asamblearios con personas y entidades del barrio, con el objetivo de consensuar conjuntamente el programa de CalderaBARRI del año siguiente. En el documento resultante se plantearon un abanico de temas que exploran diferentes perspectivas, como por ejemplo "Del porqué del potencial de las artistas de las prácticas en vivo en los procesos sociales contemporáneos", o también "El relato del día a día del proceso de creación".

Son planes que, desgraciadamente, no tendrían una larga continuidad. El centro se vio ahogado por el retraso en el pago de las subvenciones de la Generalitat y por la incertidumbre del futuro en este aspecto. Otro problema fueron las denuncias continuadas de un vecino del edificio de viviendas adyacente, que finalmente encontraron en la carencia de licencia de actividad de las plantas superiores de La Caldera la clave para sus propósitos, que no era otro que echar del edificio a La Caldera. Y consiguieron que, finalmente, en marzo de 2012 el distrito no tuviera más opción que la de enviar una orden de cese de actividad para estas plantas. Sobre este tema, la autocrítica retrospectiva la hace Alexis Eupierre: "Al ponernos a trabajar en el espacio, en 1995, no se tuvieron en cuenta una serie de cosas, como eran las normativas, las licencias y los planes de usos. Durante muchos años funcionamos así, pero sin conflictos. En un momento determinado, el edificio contiguo se reformó, y se  hicieron lofts, pisos caros para "gente bien". Y, en aquel momento del boom inmobiliario, seguramente para abaratar costes, construyeron sin hacer paredes medianeras. Se hizo la obra nueva pared con pared, sin aislamiento. Y esto, a la gente que fue a vivir le generó muchos conflictos, por los ruidos de los ensayos y las músicas de La Caldera. Nosotros en aquel momento éramos muy inexpertos, y no supimos reaccionar. Recuerdo un día, cuando hacían las obras en el edificio contiguo, que uno de los albañiles hizo un agujero, y sacó la mano hacia uno de nuestros espacios. Y nosotros no reaccionamos de forma contundente: tendríamos que haber puesto una denuncia, y no lo hicimos. Se tapó el agujero y seguimos adelante. Y cuando la gente empezó a vivir en los lofts, tenía estas molestias de ruidos. Aparte de que estos vecinos en concreto, el señor Marc Manzano y la señora Susana Casino, son personas bastante especiales, y nos empezaron a hacer la pascua sin tregua. En el periodo del 2005 habíamos reformado la Sala 0 como espacio de exhibición, y habíamos obtenido una licencia de actividades, cosa que nos costó mucho tiempo, dos o tres años. Pero nunca pudimos tener una licencia de actividades de todo el edificio. Intentamos hablar con los vecinos, pactar con ellos, ir con cuidado, poner limitadores de sonido, limitar los horarios, etcétera. Intentamos seguir adelante y solucionar la problemática, pero no hubo manera. Finalmente, no nos pusieron la denuncia por problemas de sonido, sino por no tener la licencia de actividades en las plantas superiores. Y nos preguntamos qué hacer, porque adecuar todo para obtener la licencia total suponía un coste de un millón doscientos mil euros aproximadamente. Y parecía una locura, porque el edificio no era de nuestra propiedad, ni tampoco de propiedad pública. Se daba la circunstancia de que los propietarios, justamente, querían vender el edificio, y se empezó a hacer la gestión para estudiar la posibilidad de que el Ayuntamiento lo comprara, para hacer la reforma, y conseguir así que La Caldera quedara como un centro de creación de la ciudad, por toda la vida. Esta apuesta con la administración ya se había intentado gestionar años antes, con el anterior equipo del ICUB del Ayuntamiento. Se negoció durante mucho tiempo, pero desgraciadamente ningún político hizo suya esta lucha, y después la opción se desestimó por considerarse inviable en el nuevo contexto de crisis. La situación se ponía cada vez más tensa con los vecinos, por las reiteradas denuncias. Y el distrito, que siempre ha estado muy implicado y nos ha dado mucho apoyo, en aquel momento dado se encontró con las manos atadas. Todo ello coincidió con el hecho de que en 2012 la Generalitat no pudo pagar las subvenciones dentro de los plazos habituales, cosa que provocó a la vez un efecto en cadena devastador en el sector de las artes en Cataluña. Los propios socios, como todo el resto del sector, se vio muy afectado por la propia fragilidad de las estructuras, y muy especialmente por el estado de incertidumbre respecto al futuro que esto provocó. Todo ello hizo que compañías y asociados se vieran muy ahogados a la hora de cubrir gastos y que toda la actividad en general se viese gravemente afectada. Por lo tanto, el conflicto vino por varios lados, y la coyuntura generada se convirtió en irresoluble".